[Traducción de Viviane de Moraes Abrahão revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. En los títulos de las obras no traducidas al castellano, la traductora indica con la anotación «Nota del Traductor (N. T.)« entre paréntesis que la traducción de los mismos es obra suya. En caso contrario, la traductora se basa en las traducciones ya disponibles que figuran en el registro ISBN. Del mismo modo, en lo referente a las citas literarias, la traductora indica las traducciones disponibles en castellano. Aquellos casos en los que no se hace referencia a ninguna traducción previa, aluden a la labor traductora de Viviane de Moraes Abrahão
Introducción
Aunque con frecuencia ignorada, Charlotte Elizabeth Tonna (1790-1846) fue una de las más destacadas y polémicas escritoras y reformadoras sociales de principios del periodo Victoriano. Publicó un gran número de novelas, panfletos religiosos, cuentos didácticos para niños, poemas, y ensayos sobre la vida en las fábricas. También editó y escribió el influyente Christian Lady’s Magazine (1836-1846) y The Protestant Magazine (1841-1846), donde a menudo dio rienda suelta a su intenso anti-Catolicismo. Además de por los asuntos religiosos se interesó mucho por los asuntos sociales de su época, como la esclavitud y el trabajo infantil y femenino en la industria.
Tonna, quien también escribió poemas en muchos periodos de su vida, es más recordada por sus poesías de protesta, como «The Maiden City» y «No Surrender,» y las abolicionistas «On the Flogging of Women,» y «The Orangeman’s Submission» — esta última en apoyo de la Orange Order del Norte de Irlanda.
A diferencia de los moderados Evangelicos, quienes creían que la pobreza y la aflicción eran parte del plano de Dios, Tonna consideraba que la intervención gubernamental en las relaciones industriales era necesaria y providencial. Como comentarista social radical evangelica, Charlotte Elizabeth contribuyó significantemente al debate sobre el tratamiento de los trabajadores industriales, especialmente mujeres y niños. Tonna expuso al público general las condiciones infrahumanas de los primeros sistemas industriales y condenó con fuerza la contratación de mujeres y niños en las industrias y talleres textiles. Animó con vehemencia a las lectoras femeninas de clase media a proteger a las clases trabajadores de los excesos de la industrialización sin control.
La Ficción como un medio de Crítica Social
Charlotte Elizabeth, como le gustaba que la llamasen, refutó la opinión de muchos Evangelicos de que las novelas eran básicamente mentiras y, por eso, peligrosas, en especial para las mujeres jóvenes. Por el contrario, consideraba la ficción imaginativa como un medio que contribuye eficazmente al debate público y a la mejora social. Margaret Beetham afirma que «Tonna y su revista fueron pioneras en la utilización de la ficción para debatir la cuestión de ‘la Condición de Inglaterra’, como se vino a denominar» ( «Tonna and her magazine pioneered the use of fiction to debate ’the Condition of England’ question, as it came to be known.») (50)
Tonna fue una de las primeras escritoras inglesas en emplear las narrativas de ficción para dar voz a los miembros desfavorecidos y marginados de la sociedad, como las mujeres y los niños trabajadores. Es cierto que no valoraba las novelas sentimentales populares que disponibles en librerías de préstamo, pero trató la ficción literaria como un instrumento de influencia social y empleó la novela como un repositorio de conciencia social y vehículo de diseminación de cuestiones morales y sociales. Christine L. Krueger señaló que Tonna utilizó la ficción narrativa como una forma de sermón político
Junto con Helen Fleetwood, crearon algo nuevo: un sermón político en forma de novela que condenaba a la audiencia de pecados de explotación económica e incumplimiento del deber. Tonna es una profeta de la realidad, proclamando una visión sin adulterar de las condiciones de las fábricas, tal y se narra en los libros azules. Tomando para si el papel de profeta de la parábola del Rico y Lázaro, es la evangelista de la reforma, buscando la conversión del lector a un nuevo sentido de responsabilidad para con sus hermanos y hermanas de la clase trabajadora. La novela le dio estrategias para lograr estos objetivos. [139]
[With Helen Fleetwood she was creating something new: a political sermon in novel form, convicting its audience of the sins of economic exploitation and dereliction of duty. Tonna is the prophet of reality, proclaiming an unadulterated vision of factory conditions as reported in the blue books. Taking on herself the role of a prophet in the Dives and Lazarus parable, she is the evangelist of reform seeking her reader’s conversion to a new sense of responsibility for their working-class brothers and sisters. The novel provided her with strategies for effecting these goals. 139]
Combinó ficción narrativa con predicación Evangélica, dando muestras del importante papel de la literatura, y con el fin de mostrar al público lector la exploración inmoral de los trabajadores industriales y promulgar una reforma social conservadora en Inglaterra. Tal y como mencinaba Mary Lenard,
Charlotte Elizabeth Tonna desempeñó una parte crucial en la formación de un discurso cultural de reforma social que perfectamente cumplió las necesidades culturales creadas por las condiciones materiales e históricas de Inglaterra al principio del siglo XIX, y continuó siendo dominante en la literatura Victoriana de las siguientes décadas. [68]
Charlotte Elizabeth Tonna played a crucial part in forming a cultural discourse of social reform that perfectly fulfilled the cultural needs created by the material and historical conditions of early-nineteenth-century England, and continued to dominate Victorian literature for decades to come. 68]
El discurso sobre reforma social e industrialismo queda puesto de manifiesto en muchas de sus novelas sobre la condición de Inglaterra The Condition-of -England, las cuales revelan las relaciones de poder y autoridad en la sociedad Victoriana así como las maneras en que sus autores se comunican con los lectores y apelan a la conciencia social.
Feminismo Doméstico
Las ideologías pre-Victorianas y Victorianas dominantes dibujaron una clara distinción entre la experiencia masculina y femenina. Los hombres poseían la esfera pública mientras la casa debía ser la esfera de las mujeres — por lo menos mujeres de clases prósperas. Sin embargo a principios del periodo Victoriano, tanto las industrias textiles como las mineras empleaban a mujeres y hombres. Estos trabajos eran foco frecuente de acalorados debates sociales ya que muchos reformadores criticaban el empleo de mujeres y niños en las fábricas lo que, según ellos, llevaba a la degradación moral y física de la familia de clase obrera. En su lugar proponían la ideología domestica que ubicaba a las mujeres y a los niños en el hogar. Así, el objetivo fundamental del feminismo doméstico era que la mujer, especialmente la madre, debía tener derecho a no necesitar trabajar fuera de casa. En otras palabras, los reformadores como Tonna creían que las mujeres y niños de clases obreras debían tener esencialmente la misma protección (y confinamiento) que aquellos de las clases superiores.
Como gran parte de los reformadores sociales conservadores de la Inglaterra Victoriana, Charlotte Elizabeth abogó por la ideología domestica en un momento de gran industrialización y urbanización en Inglaterra. Tonna, que se dio cuenta que la Revolución Industrial era un desarrollo histórico inevitable, llevó a cabo un enfático llamamiento para frenar sus efector inmorales e inhumanos, en particular la degradación social y la deshumanización de las clases obreras. La mayor parte de las familias de clase trabajadora llevaban una vida muy dura, estrictamente controlada por las largas horas de trabajo en los talleres textiles y las fluctuaciones del mercado laboral. A diferencia de las esposas de clase media las mujeres de clase obrera no podían cuidar de sus hogares a tiempo completo. Tonna apoyaba una legislación cuyo objetivo fuese reducir las largas horas de trabajo de mujeres y niños.
Como ardiente abogada del feminismo domestico, creía que el hogar es el lugar propio donde la mujer cumple sus deberes maternales. Sin embargo, como también aprobaba el ideal Victoriano de la superioridad moral de las mujeres, llamaba a las mujeres para actuar como miembros activos de la sociedad. Charlotte Elizabeth creía que las mujeres deberían girar su atención a los efectos sociales perjudiciales de la Revolución Industrial. Siendo conservadora y Evangelista, como su mentora Hannah More, Charlotte Elizabeth estaba muy preocupada por la quiebra de la tradicional economía paternalista, y por ello abogó por reformas legislativas que proporcionaban alivio a las madres trabajadoras y salvaban a sus hijos del debilitante trabajo industrial. Aunque Charlotte Elizabeth tal vez no encaja en las expectativas de las mujeres del siglo XXI, merece ser incluida en la tradición del feminismo literario conservador representado en la Inglaterra Victoriana por Hannah More, Harriet Martineau, Charlotte Brontë, Frances Trollope, Elizabeth Gaskell, George Eliot y Frances Power Cobbe.
Helen Fleetwood
La novela más popular de Tonna, Helen Fleetwood: A Tale of the Factories — publicada primero por entregas entre 1839 y marzo de 1841 en The Christian Lady’s Magazine y luego como libro en 1841 — expuso uno de los mayores horrores de la Revolución Industrial, el trabajo infantil en los talleres algodón. Investigando para su novela, hizo un exhaustivo estudio de informes del gobierno, en particular de testimonios de operativos femeninos e infantiles contenidos en el Informe Sadler de 1832 y en los libros azules Parlamentarios. La novela ofrece un mensaje similar a la suplica de Thomas Carlyle de un debate público sobre la Cuestión de Condición de Inglaterra, la cual formuló en su ensayo Chartism (1839). Como Carlyle, Charlotte Elizabeth advirtió sobre las consecuencias sociales de la rápida industrialización, que debilitaba las normas tradicionales morales y las relaciones familiares.
En Helen Fleetwood Tonna ofrece un informe semi-ficcional de las deplorables condiciones creadas por el sistema industrial. La novela cuenta la historia de una huérfana de pueblo, Helen Fleetwood, adoptada por una viuda pobre, que vivía junto con sus nietos en una cabaña alquilada en el sur agrícola. Imposibilitada de pagar el alquiler, la viuda es persuadida por un consejero en leyes y un agente contratado por una fábrica de Lancashire de que lo mejor es mudarse con sus niños a una ciudad industrial más al norte (Manchester). Allí Helen y los otros niños, trabajarían en una fábrica. El agente garantiza que las fábricas ofrecen muchas oportunidades de trabajo.
Debes saber que la ciudad en que vivo es uno de los primeros lugares en Inglaterra en proveer trabajo bueno, saludable y lucrativo para personas industriales, para aquellos de nuestra edad hasta los más pequeños, cuyos ágiles deditos se vuelven tan expertos con las fáciles tareas que se les ofrecen que si tienes un niño incluso de siete años sacaría una buena suma al final de la semana con su propio trabajo — o juego, como casi podrías llamarlo. [26]
You must know, the town where I live is one of the first places in England for furnishing good, healthful, profitable employment for industrious people, from those of your own age down to the small children, whose little nimble fingers get so expert at the easy tasks given to them, that if you happened to have a little boy even of seven years old, he would make a good round sum at the week’s end by his own work — or play, you may almost call it. 26]
Sin embargo, la viuda Green luego descubre que ha sido burdamente engañada sobre las condiciones de la fábrica, que corrompe a los empleados y empleadores, y en especial a los niños. Estos son explorados, desnutridos, y no reciben orientación paterna ni religiosa. Tonna ofreció tremendas evidencias de la exploración de los niños en fábricas, señalando que los pequeños trabajadores eran las víctimas más vulnerables de la sociedad industrial, y que no solo sus cuerpos sin también sus mentes se verían seriamente afectadas por el trabajo industrial.
Excluidos del aire libre, y casi de la luz pura del día; encerrados en una atmosfera contaminada por nubes de fétido aliento y todas las exhalaciones enfermizas de una masa atestada de humanos, cuyos sucios y cansados cuerpos, también muchas veces enfermos, y por el polvo sofocante que se eleva por todos los lados; agotados por un intenso calor artificial que sus constituciones, pensadas por Dios para un clima templado, no soportan; doblemente febriles, doblemente debilitados por el excesivo trabajo, más de lo que la capacidad human es capaz de aguantar, pero obedeciendo un ímpetu inagotable por el poder de la maquinaria; malamente vestidos, miserablemente alimentados y expuestos además a ayunos de duración anormal a causa de los miserables repartos; ¿quién puede dejar de asombrarse si, bajo este sistema, el adulto robusto rápidamente adquiere un cuerpo enfermo, y un estado de sentimientos mórbidos, llevándole a las más horribles perversiones mentales y corrupciones morales? Pero no estamos aquí para hablar de los adultos; son los niños, los jóvenes, los pequeños en crecimiento, quienes requieren una doble porción del descanso, alimento, ocio para el cuerpo, y diligencia vigilante para guiar y dirigir sus mentes. [126]
Excluded from the free air, and almost from the pure light of day; shut up in an atmosphere polluted by clouds of fetid breath, and all the sickening exhalations of a crowded human mass, whose unwashed, overworked bodies were also in many cases diseased, and by the suffocating dust that rose on every side; relaxed by an intensity of artificial heat which their constitutions were never framed to encounter in the temperate clime where God had placed them; doubly fevered, doubly debilitated, by excessive toil, not measured by human capacity to sustain it, but by the power of machinery obeying am inexhaustible impetus; badly clothed, wretchedly fed, and exposed moreover to fasts of unnatural length even from that miserable fare; who can marvel if, under such a system, the robust adult speedily acquires a sickly habit of body, and a morbid state of feeling, leading at once to most awful perversion of mind and corruption of morals? But it is not of adults we are called to speak, it is of children, young, tender, growing children, who require a double portion of rest, refreshment, liberty for the body, and of watchful diligence to direct and guide the mind. 126]
El centro narrativo de la novela, la viuda Green, gradualmente percibe la depravación del sistema industrial. Intenta, en vano, luchar contra la maldad de la que es testigo pero fracasa y no consigue ayudar a sus niños. Al final de la novela la salud de Helen decae y muere por una enfermedad contraída en el taller; una de las nietas, Phoebe, se convierte en prostituta, y el otro, Charles, en alcohólico. La pobre viuda Green termina en la peor pesadilla de la clase trabajadora Victoriana, el asilo de pobres.
Siguiendo Thomas Carlyle, Charlotte Elizabeth proporcionó una crítica mordaz de una sociedad industrial controlada por la tecnología y la mecanización. La representación de Tonna del patriarcado agrario se contrapone a la oligarquía industrial, sin consideración por el sufrimiento ni por la vida humana. Joseph A. Kestner demostró que en Helen Fleetwood, Tonna anticipó el debate sobre esta división nacional, debate continuado por Benjamin Disraeli en Sybil. (65) Tonna se mostró consternada por la destrucción del campesinado al que vio transformarse en trabajadores urbanos.
Un anormal estado de cosas, totalmente extraño para el tradicional carácter inglés, está transformando ‘un audaz campesinado, orgullo del país’ en una turba degradada, descontenta, inquieta y turbulenta. Dos clases, hasta ahora unidas por intereses mutuos y respecto, se están volviendo cada vez más opuestas la una de la otra. [291]
An unnatural state of things, wholly foreign to the old English character, is transforming ’a bold peasantry, their country’s pride,’ into a degraded, discontented, restless, reckless, turbulent mob. Two classes, hitherto bound together by mutual interests and mutual respect, are daily becoming more opposed the one to the other. 291]
Inspirada por su devota fe Evangelica y benevolencia Tory, Tonna se lamentaba de que su antiguo sistema social paternalista fuese sustituido por la economía laissez-faire, que paradójicamente no traía felicidad para la mayoría, sino miseria urbana y rural.
The Wrongs of Woman
La siguiente novela de reforma social de Tonna, Las Injusticias de la Mujer (The Wrongs of Woman), publicada en cuatro partes entre 1843 y 1844, apareció vinculada al trabajo femenino en industrias no textiles. Charlotte Elizabeth proporciona un informe de testigo ocular sobre las mujeres trabajadoras, que sale a la luz durante la Revolución Industrial. Aunque el título de la novela alude a Maria: or Wrongs of Woman ("Los Agravios de la Mujer, 1798), la novela inacabada de Mary Wollstonecraft, el contenido y el mensaje de las dos novelas difieren considerablemente.
The Wrongs of Woman incluye hechos y ficción: evidencia documental, como fragmentos de informes e investigaciones gubernamentales, por ejemplo, The Second Report of the Commissioners on the Employment of Children (1843), y relatos de ficción de jóvenes mujeres que formaban parte de la fuerza laboral. Los cuatro capítulos del libro («Milliners and Dressmakers,» «The Forsaken Home,» «The Little Pin-headers,» y «The Lacerunners») describen las vidas infrahumanas y las condiciones de trabajo de las mujeres pobres de Londres. La publicación del libro tuvo un impacto en la opinión pública y contribuyó en las reformas de 1844, 1847 y 1848.
Tonna se opuso con fuerza al trabajo femenino, de sueldos inferior al de los hombres lo que, según ella, aumentaba el desempleo masculino y dificultaba la misión femenina: el trabajo doméstico y el cuidado de los hijos. Ello llevaba también al colapso de la familia tradicional patriarcal: «Al señalar esta situación en The Wrongs of Woman, Tonna se anticipó a Engels quien observaría que «la mujer es la que trae el pan mientras el hombre se queda en casa . . . Las relaciones familiares se invierten.» [99] «In probing this situation in The Wrongs of Woman Tonna anticipated Engels, who observed that «the wife is the bread-winner while her husband stays at home . . . Family relations are reversed.» [99]
The Wrongs of Woman provee descripciones que se atienen a los hechos de algunos ejemplos de trabajo industrial de mujeres, y que presentan a los lectores de clase-media el desconocido mundo de la producción industrial de bienes de lujo y casos de opresión económica de mujeres y niños. Simultáneamente, recuerda a sus lectores ciertas preocupaciones escatológicas, especialmente el castigo divino. Charlotte Elizabeth hace un llamamiento a sus lectores cristianos a que tomen la responsabilidad del tratamiento inhumano a trabajadores infantiles y femeninos, y apela a su contribución en la implementación de cambios más humanos en la legislación industrial. Según Tonna el sistema laissez-faire era inmoral, no cristiano — y también podría promovecar revoluciones.
The Wrongs of Woman consiste en testimonios semi-ficcionales de jóvenes mujeres empleadas en diversos tipos de comercio y sujetas a opresión física y psicológica en sus lugares de trabajo, con la consecuente pérdida de salud, muerte, o prostitución. Sus testimonios transladan a los lectores el funcionamiento del sistema, revelando que mujeres jóvenes a menudo trabajaban por la noche y no recibían dinero extra por estas horas extraordinarias.
«¿No recibes ninguna paga extra por tu trabajo extra?» «Ningún trabajo es considerado extra, señor. Yo creo que cuando tenemos que trabajar todo o la mayor parte del domingo, deberían pagarnos por ello. Pero, el dinero no nos va a devolver la salud y la fuerza que nos consume, eliminando el único día de descanso que Dios nos dio» «¿Su jefe no pide nunca ayuda adicional cuando hay tanta presión en el trabajo?» «No, señor; y esto es lo que consideramos más difícil. Hay muchas mujeres jóvenes desempleadas que estarían encantadas de tener trabajo ocasional, y aunque nosotras en la sombrerería tenemos menos trabajos sencillos que las modistas, hay muchas cosas en nuestro negocio que podrían confiarse a otras manos, especialmente si vienen de trabajos domésticos. Nuestra directora perdería dinero al pagarlas, y no ganaría nada, solo por hacernos trabajar veinte de las veinticuatro horas por semanas, y con el domingo incluido, ella puede tener el mismo trabajo hecho y sin costes adicionales. Solo nosotras ganaríamos, nadie más. Y nosotras somos chicas pobres y humildes que no importamos a nadie, excepto a nuestras familias. Allí, también, hay una pobreza tan grande, por la extensa familia que nuestros padres se ven obligados a mantener, que no tenemos el valor depender de ellos mientras podamos mantenernos, además de no poder devolverles lo que tuvieron que pagar de prima con tanto esfuerzo.» [54-55]
«Do you receive no extra pay for your extra work?» «No work is considered extra, sir. I think myself that when we have to labour all, or greater part, of Sunday, we ought to be paid for that. However, money would not buy back the health and strength it consumes, to take from us the one day of jest that God has given to us.» «Does your employer never call in additional help when there is such a press of work?» «No, sir; and that is what we think hardest of all. There are a great many young women out of employ, who would be very glad to do occasional work: and though we in the millinery line have less plain work than the dress-makers to do, there is much in our business that might be trusted to other hands, especially if they came to work in the house. Our principal would lose the money paid to them, and gain nothing, so long as, by making us work twenty hours out of the twenty-four for weeks together, and not seldom the Sunday included, she can get the same done without any extra cost. It is we who should gain, nobody else; and we are poor, humble girls, that nobody cares for, except in our own homes. There, too, there is often poverty so great with the large families our parents have to maintain, that we have not the heart to throw ourselves on them while we can keep up, besides forfeiting the value of what they scraped together to pay a premium for us.» [54-55]
Aunque muy crítica con las relaciones industriales, Tonna su acusaciones se atenúan a la hora de mostrar que los empresarios son conscientes de este sistema de producción cruel, inmoral, y equivocado, pero que necesitan más apoyos públicos, particularmente de las «Damas de Inglaterra», que son capaces de trasladar mejor su empatía para con sus hermanas de la clase trabajadora.
Existen en este momento, solo en Londres, no menos que quince mil jóvenes de más de catorce años, empleadas en establecimientos de sombrerería y costura de unos quinientos empresarios. Entre los últimos, no son pocos los que deploran profundamente el cruel sistema y la opresión, ligera y suavemente dibujada en las páginas precedentes. Con el apoyo de las Damas de Inglaterra, se les podría persuadir a una línea de conducta que en la actualidad solo pueden seguir bajo fuertes desventajas. Estos individuos, que sienten al igual que las mujeres los males que estas sufren, deberían adoptan mecanismos de mejora medidas para hacer que la situación de sus subordinados sea aceptable y lo menos perjudicial posible. Pero a este llamamiento hay que sumarle el gran malestar y los perjuicios que pueden sufrir; y lo mínimo que podemos hacer es persuadir a las damas que contratan y que dirigen a estas jóvenes en las tareas de preparar los artículos que adornan sus personas y que podrían mitigar estos males en cierta medida. 94-95]
There are, at this moment, in London alone, not less than Fifteen Thousand young women, from the age of fourteen upwards, employed in, not merely working for, the millinery and dressmaking establishments of fifteen hundred employers. Among the latter, there are not a few who deeply deplore the cruel system of wrong and oppression briefly and faintly sketched in the foregoing pages: and who, if encouraged and upheld by the ladies of England, would pledge themselves to a line of conduct which at present they can only pursue under heavy disadvantages. These individuals, who feel as women ought to do, the wrongs that woman suffer, adopt excellent rules, and take exceeding pains to render the situation of their subordinates as comfortable, and as little injurious as possible. But much discomfort must attach to such a calling — much injury must ensue; and the utmost we can all do, in influencing the ladies who employ and the principal who engages and directs these young people in the task of preparing the articles that adorn their persons, can only mitigate the evil in some degree. [94-95]
Al final de The Wrongs of Woman, Charlotte Elizabeth, como Carlyle en Chartism, alerta a sus lectores sobre el peligro de una revolución generalizada si no se toman las medidas necesarias a tiempo.
Se me ha preguntado ¿por qué es este libro titulado «The Wrongs of Woman», cuyos tristes detalles solo se aplican a una determinada clase de mujeres que sufren? La respuesta es que los males contra las mujeres, sea cual sea su rango y su clase, son perpetrados a través de los mecanismos que se han dibujado de manera breve en estas páginas. ¿No tenemos una mujer en el trono? ¿Y perjudica, a la Reina de Inglaterra, el que crezca la rebelión, que se fomente y madure en las antiguas fortalezas de la más pura y antigua lealtad inglesa en todo el país? Siempre existió, y siempre existirá, un inquieto espirito de descontento que busca trastornar las mentes de las ordenes más bajas. Pero siempre y cuando las esposas y madres inglesas más humildes tengan lares donde el frugal alimento que su justo trabajo pueda asegurarles se coma en paz — siempre y cuando a estas mujeres se les deje transformar sus modestos hogares en lugares agradables para sus trabajadores maridos, quienes, con «salarios justos por día de trabajo» mejoran sus propias condiciones de vida en el escalafón social y reclaman su parte del confort doméstico de inglés pobre, cuya presunción más querida ha sido siempre la fuerza más efectiva en el operativo continuo contra los efectos perniciosos del radicalismo político; Y aunque el hombre pueda quejarse de males imaginarios entre una multitud de voces ruidosas, el silencioso hogar, el fuego recién preparado, su trabajadora mujer y sus saludables y parlanchines pequeños que le reclaman al llegar, son más eficaces y conciliadores que cincuenta tratados de lealtad. Además, mientras las leyes divinas no se incumplan ni sus pobres sean oprimidos hasta el punto de que se prohiba a la mujer cristiana ser el «sosten de su hogar», «que organice» y se adorne «con sobriedad y propiedad» o cumpla con sus más sagrados deberes de madre de sus propia descendencia; si se la obliga a cometer infanticidio, y mientras no se le devuelva la bendición divina, la maldición continuará siendo derramada por la tierra. Y ahora, a través de este atroz sistema en el que a una pequeña parte, la menos revolucionaria, se la ha obligado a convertirse en hombres, y a nuestros hombres en demonios; la herencia justa de la Reina de Inglaterra se está tornando en un trono cuyos pilares comienzan a apoyarse en un volcán en erupción. [139-140]
It has been asked, Why is this little book called «The Wrongs of Woman,» seeing it is only to one class of female sufferers that its sad details apply? We answer, that the wrong against woman, against woman in every rank and every class, perpetrated by the means which have been very briefly sketched in these pages, is alike fearful and universal. Have we not a woman on the throne? and is she not wronged, the Queen of England, while rebellion is cradled, fostered, matured in the ancient nurseries of pure old English loyalty throughout the land? There ever has been, and ever will be, a spirit of restless discontent seeking to unsettle the minds of the lower orders; but so long as the humblest of England’s wives and mothers had homes where the frugal meal that fair industry could secure to them might be eaten in peace — so long as those women were left to make such lowly homes pleasant to the laboring men, who, with «a fair day’s wages for a fair day’s work» filled their proper station in the scale of society, and claimed the poor Englishman’s share of that domestic comfort which is, or was, their country’s dearest boast — so long a great but most effective opposing force was found in continual operation against the pernicious effects of political incendiarism; and however the man might bluster over imaginary wrongs in a crowd of noisy spouters, the quiet home, the clean-swept hearth, the industrious wife, and rosy prattling children that hailed his return, were better than fifty treatises on loyalty and contentment to reconcile him to his lot. Besides, while God’s laws were not outraged, nor His Poor ground down by oppression that actually forbids the woman of a Christian land to be «a keeper at home,» to «rule the house,» to adorn herself with «shamefacedness and sobriety,» or to fulfil even the most sacred duties of a mother to her own baby offspring, yea, compels her to become an infanticide, — so long the blessing was not withdrawn — the curse was not poured out upon the land. But now, through the atrocious system of which a very small, and that too the least revolting part, has been set forth, our women are changed into men, and our men into devils; and the fair inheritance of England’s Queen is becoming but as a throne whose pillars rest on an awakening volcano. 139-140]
Como se puede ver, Charlotte Elizabeth dramatiza para sus lectores un problema social grave que ya había sido lidiado en informes parlamentarios, restringidos a una audiencia limitada. Las novelas de Tonna, que tenían un amplio rango de lectores, provocaron un debate nacional sobre trabajo industrial y la contratación de mujeres y niños. Aunque Charlotte Elizabeth expuso de manera efectiva los problemas de la Revolución Industrial, sus soluciones para las mujeres de clase trabajadora no eran viables ya que volver a los papeles puramente domésticos no era una tarea difícil sino imposible para muchas. Sin embargo, en las décadas siguientes, los proyectos de ley de los denominados «Hungry Forties» limitaron considerablemente la contratación de mujeres y niños.
Conclusión
Charlotte Elizabeth Tonna pertenencia a una larga línea de mujeres educadas y comprometidas que contribuyeron tanto a la cuestión de Condición de Inglaterra como a la cuestión de la Mujer a principios de la época Victoriana. Tonna, así como Hannah More y otras mujeres polemistas Victorianas (Harriet Martineau, Frances Trollope y Elizabeth Gaskell) fue de gran influencia en las mujeres de su sociedad. Creía que las mujeres cristianas, aunque confinadas a la esfera domestica, tenían derecho a ser informadas sobre problemas sociales y, si era necesario, tenían la obligación de ejercer presión moral en contra de los males públicos y de ese modo promover o inducir mejoras en las condiciones sociales.
Las novelas industriales de Tonna anticiparon de forma importante las novelas de condición de Inglaterra, como Sybil de Benjamin Disraeli, North and South y Mary Barton de Elizabeth Gaskell, Hard Times de Charles Dickens, Alton Locke de Chales Kingsley y Felix Holt, the Radical de George Eliot. Charlotte Elizabeth trató la ficción narrativa como un medio efectivo para la reforma cristiana de las condiciones industriales, cuyo objetivo era aliviar el sufrimiento de la clase trabajadora. De hecho, en su época Charlotte Elizabeth era considerada más reformista que Charles Dickens (Neff, 16).
Material Relacionado
- Introducción: Charlotte Elizabeth Tonna: «Una vida de ningún modo deficiente en incidentes extraordinarios»***
- Recuerdos personales de Charlotte Elizabeth Tonna***
- Memorias de Lewis Tonna sobre Charlotte Elizabeth
Referencias bibliográficas
Beetham, Margaret. A Magazine of Her Own?: Domesticity and Desire in the Woman’s Magazine, 1800-1914. London: Routledge, 1996.
Kestner, Joseph A. Protest and Reform: The British Social Narrative by Women, 1827-1867. Madison, WI: The University of Wisconsin Press, 1985.
Krueger, Christine L. The Reader’s Repentance: Women Preachers, Women Writers, and Nineteenth-Century Social Discourse. Chicago and London: The University of Chicago Press, 1992.
Lenard, Mary. «Deathbeds and Didacticism. Charlotte Elizabeth Tonna and Victorian Social Reform Literature,» in Silent Voices: Forgotten Novels by Victorian Women Writers edited by Brenda Ayres. Westport, CT: Praeger, 2003.
Neff, Wanda Fraiken. Victorian Working Women: An Historical and Literary Study of Women in British Industries and Professions, 1832-1850. New York City, 1929.
[Tonna], Charlotte, Elizabeth. Helen Fleetwood. New York: Charles Scribner, 1852.
[Tonna], Charlotte Elizabeth. The Wrongs of Woman. Part I. Milliners and Dressmakers. New York: M.W. Dodd, 1845.
Modificado por última vez el 28 de augusto de 2010; traducido 28 de junio de 2011