[Traducción de Susana Ramírez Montero revisada por Asun L�pez-Varela revisada y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow.]
Miembro de un eminente grupo de escritores de fin de siglo que incluye a Stephen Crane, Robert Louis Stevenson, H.G. Wells y Henry James, el escritor de relatos cortos británico Joseph Conrad nació en la Ucrania polaca ocupada por los rusos en 1857, hijo del Conde Apollo Korzeniowski, aristócrata y militante nacionalista polaco. Su padre, que tradujo a su lengua natal Les Travailleurs de la mer de Victor Hugo y a Dickens, fue desterrado por los rusos a Vologda en 1862. Cuando el niño tenía siete años su madre murió de tuberculosis; su padre vivió en el exilio hasta 1869, cuando las autoridades zaristas le permitieron mudarse al sur; sin embargo, después de esa marcha, cuando el joven Conrad tenía sólo once años, su padre murió. Entonces fue adoptado por el tío de su madre, el indulgente Tadeusz Bobrowski. A la edad de diecisiete años comenzó un largo período de aventura en el mar. Como miembro de la marina mercante francesa que salía de Marsella, el joven Conrad estuvo implicado en una conspiración carlista para colocar al Duque de Madrid en el trono español. Tras un intento de suicidio, Conrad se alistó en el servicio mercante británico en 1878.
Cuando todavía no tenía veintiún años, aprendió inglés leyendo el periódico londinense The Times, el Sartor Resartus de Carlyle, y las obras de Shakespeare. En 1884, Conrad pasó a ser un sujeto británico naturalizado y obtuvo su certificado de maestro. En los diez años siguientes, navegó entre Singapur y Borneo, y dichos viajes le proporcionaron un mundo incomparable de calas y selvas misteriosas para los cuentos que escribiría a partir de 1896, cuando se retiró del mar para instalarse en Ashford, Kent, con su nueva esposa, Jessie Chambers. Considerado en su época principalmente como escritor para jóvenes de historias sobre el mar, hoy en día a Conrad se le toma en gran medida como novelista cuyo trabajo muestra una profunda conciencia moral y una técnica narrativa magistral. Bajo la influencia de Henry James, los mejores trabajos de Conrad son Nostromo (1904), El corazón de las tinieblas (Heart of Darkness) (1899) y Lord Jim (1900). Sus primeras novelas, incluyendo La locura de Almayer (Almayer�s Folly) (1895), Un vagabundo de las islas (An Outcast of the Islands) (1896) y El negro del «Narcissus» (The Nigger of the 'Narcissus') (1897) están llenas de románticas descripciones en una atmósfera de misterio y resentimiento. En Cuentos de inquietud (Tales of Unrest) (1898), «Juventud» y otros relatos («Youth» and Other Tales) (1902) y Entre la tierra y el mar (Twixt Land and Sea) (1912) aparecieron relatos breves tan excepcionales como «Tifón» («Typhoon») y «La línea de sombra» («The Shadow-Line»), que describen el comportamiento humano puesto a prueba en condiciones de peligro y dificultad extremas. Conrad trata, a través de sus obras de ficción, los dilemas morales, el aislamiento del individuo para ser puesto a prueba por la experiencia y la psicología de los impulsos interiores tanto en grupos como en individuos. Sus trabajos semi-autobiográficos El Espejo del mar (The Mirror of The Sea) (1906) y Un recuerdo (Some Reminiscences) (1912) (publicados en los EE UU como Crónica personal (A Personal Record ) dan testimonio de sus altos objetivos artísticos.
Conrad no encontró fácil la vida a la orilla del mar. Su expedición al Congo belga le había contagiado paludismo, afectándole a la muñeca de tal manera que a menudo le resultaba doloroso escribir. Nunca fue un escritor rápido o fluido; consideraba un día como bueno cuando podía producir apenas unas 350 palabras con las que se sintiese satisfecho. Después de la publicación de su primer libro, que le había llevado cerca de cinco años (y que había sobrevivido a la selva africana, al naufragio y a un guardarropa de ferrocarril en Berlín), Edward Garnett (escritor, crítico y lector de editorial) le preguntó, "¿Por qué no otro?" Gradualmente, Conrad adoptó la escritura como medio para ganarse la vida. Aunque jueces perspicaces como John Galsworthy y H. G. Wells le elogiaban, los lectores ingleses tardaron en reconocer el mérito de su trabajo.
Conrad usa la ficción para analizar el macrocosmos (el mundo en su totalidad) presentando objetiva y científicamente un microcosmos como el que podríamos encontrar en la tripulación de un barco. Como joven marino mercante, Conrad se había aislado de su familia, de sus amigos y de su país; es esta soledad esencial la que se transmite en sus historias ambientadas en el mar y en lugares exóticos. Su sentido del aislamiento proviene de las diferencias fundamentales que existieron entre él y sus compañeros marineros - en edad, cultura, lengua, educación y experiencia. Sin embargo, su alejamiento del público británico y su consiguiente desconocimiento sobre lo que convertía una novela en popular dan realismo a sus historias. Conrad a menudo maniobra para mantener al lector a una cierta distancia de los personajes con fines objetivos. Por ejemplo, al escribir La posada de las dos brujas (The Inn of the Two Witches) en el invierno de 1912 para las revistas London Pall Mall (1913) y New York Metropolitan (mayo de 1913) recurrió a otra técnica narrativa, la de la caja china: un coleccionista de libros de principios del siglo veinte se retira unos años antes de haber encontrado un manuscrito que contenía una historia (probablemente escrita en primera persona).
En esta, como en cualquiera de sus obras, Conrad contempla el mundo como un lugar de interminable conflicto entre las fuerzas de la oscuridad y la separación por un lado, y aquellas de la hermandad, el deber y la valentía por el otro; a veces esta creencia se conoce como maniqueísmo, una herejía del Cristianismo temprano. Conrad divide a toda la humanidad en dos tipos — los visionarios (aquellos que son realmente «jóvenes», cualquiera que sea su edad cronológica) y los realistas cínicos. Conrad da a entender que un hombre ya está muerto si ha perdido sus ideales y visiones. El mar siempre está presente en las historias de Conrad; para él, el mar simboliza el entorno físico, emocional, y mental del individuo (tal como se representa en la figura del barco — véanse, por ejemplo, las historias El copartícipe secreto (The Secret Sharer), Tifón (Typhoon), y Juventud (Youth). Conrad muestra lo superficiales que son el control racional y la civilización. La juventud, llena de visiones románticas e idealismo, en contacto con la corrupción absoluta de la selva darwiniana, puede ser dominada por la experiencia, tal como está Tuan Jim al principio de Lord Jim a bordo del Patna.
Referencias
Benét's Reader's Encyclopedia. 3rd edn. New York: Harper and Row, 1987
Karl, Frederick R. A Reader's Guide to Joseph Conrad. New York: Noonday, 1960
Magnusson, M., and Goring, R. (eds.). Cambridge Biographical Dictionary. New York: Cambridge U. P., 1990
Materiales Relacionados
Modificado por última vez el 28 de junio 2008; traducido diciembre 2009