Traducción de Alfonso Sánchez Moya revisada por Ana González-Rivas Fernández y editada por Asun López-Varela. El diseño HTML, el formato, y los enlaces de George P. Landow. En los títulos de las obras no traducidas al castellano, el traductor indica con la anotación «Nota del Traductor (N. T.)» entre paréntesis que la traducción de los mismos es obra suya. En caso contrario, el traductor se basa en las traducciones ya disponibles que figuran en el registro ISBN.
Muchas mujeres de ahora, mucho mejor educadas de lo que solían ser — mujeres con fuertes cerebros y tiernos corazones-, están siendo conducidas hacia el odio implacable y hacia una airada oposición, porque su ambición es frustrada en cada paso que dan, y su ferviente deseo por una vida más llena está siendo contenido y aplastado. Pero un árbol crecerá por mucho que intentes atrofiarlo. Puedes desfigurarlo, puedes obligarle a tomar formas extrañas, pero crecerá. (Annie Besant, El estatus político de las mujeres, 1874)
[Many women now, educated more highly than they used to be — women with strong brains and loving hearts — are being driven into bitterness and into angry opposition, because their ambition is thwarted at every step, and their eager longing for a fuller life are forced back and crushed. A tree will grow, however you may try to stunt it. You may disfigure it, you may force it into awkward shapes, but grow it will. — Annie Besant.�The Political Status of Women�(1874).]
Los ensayistas victorianos y sus vínculos culturales con el siglo veinte han sido durante muchos años mi campo de investigación. Por lo tanto, cuando reconsidero el canon, Annie Besant (1847-1933) puede ciertamente ser considerada como una de las primeras autoras que viene a nuestra mente, ya que su obra ilustra el criticismo femenino a finales de siglo.
A pesar de que no podamos aceptar «la idea de la experiencia cíclica de final de siglo» (Ledger, 1-10) emergente de la singularidad de cada momento histórico, resulta imposible, como Raymond Williams señala, no pensar en ello como en «una redirección tentativa» (165). De hecho, desde nuestra posición de ventaja de nuestro propio fin de siglo, percibimos que muchos de nuestros conflictos contemporáneos ya se denunciaban en las obras de Annie Besant, las cuales, en gran parte permanecen hoy en día fuera de nuestro alcance. Esta falta en la disponibilidad de ediciones nos confirma que Besant sigue siendo una escritora ajena al canon, que rara vez es considerada como escritora por críticos cuya ideología les debería impulsar a incluirla en bibliografía de corpus reconocido.
Ciertamente, en un futuro no muy distante, la relectura o revisión del canon tradicional, puesto en duda por Adrienne Rich, clarificará la dimensión de Annie Besant como crítica social. Sin hacer caso a la importancia cultural de su discurso, los críticos la han eclipsado y excluido de lo conocido como los escritos de los maestros victorianos, es decir, prosa de no ficción estructurada según el modelo de profecía bíblica. Por lo tanto, cuando se consideran los estándares por los cuales las obras de mujeres han sido siempre juzgadas, se percibe que los mencionados estándares están de hecho predispuestos a favor de escritores masculinos. A pesar del continuo diálogo que Besant estableció entre ella misma, los maestros victorianos y la audiencia, su activismo y conversión a la teosofía han contribuido sin duda alguna a la persistencia de su marginación. Aparte de convertirse a la teosofía más avanzada su vida, Annie Besant fue una «mujer escandalosa» quien abandonó a su marido clérigo y quien decidió predicar el librepensamiento y el feminismo. Además, junto con Charles Bradlaugh, también defendió el control sobre la natalidad en el juicio por las supuestas obscenidades de Knowlton en su obra Frutos de la filosofía. Por ultimo, Besant luchó para conseguir el auto-gobierno de India.
Si éstas fueron las razones que han permitido identificar a Besant como una autora marginal en ese momento, uno debería preguntarse por qué sus ensayos y autobiografías siguen estando excluidos de cualquier canon. Y lo que es más �por qué se le sigue haciendo esta calificación de persona non grata incluso a finales de nuestro siglo?
Irónicamente, Besant se consideró a sí misma como un producto de su propio tiempo, de lo que dan prueba tanto Bocetos autobiográficos (1885) y Una autobiografía (1893). Con todo, su comportamiento trasgredió las reglas no escritas de la remilgada conducta victoriana y, como Janet Oppenheim señala, sus contemporáneos consideraron que sus actitudes en sí mismas justificaban su exclusión social (12).
Referencias
Besant, Annie. Autobiographical Sketches. London: Freethought Publishing Company, 1885.
Besant, Annie. An Autobiography (1893). reprint Adyar: The Theosophical Press, 1939.
Ledger, Sally. Scott McCracken, eds. Cultural Politics at the «Fin-de-Siècle». Cambridge: Cambridge University Press, 1995.
Oppenheim, Janet. "The Odyssey of Annie Besant." no 39 History Today September 1989.
Rich, Adrienne. On Lies, Secrets, Silence. London: Virago, 1980.
Re-vision � the act of looking back, of seeing with fresh eyes, of entering an old text from a new critical direction � it is for women more than a chapter of cultural history: it is an act of survival. Until we can understand the assumptions in which we have been drenched we cannot know ourselves. (35)
Williams, Raymond. Culture and Society, 1780-1950. Penguin, 1963.
Modificado por última vez el 28 de junio de 2008; traducido 4 de julio de 2010