elicia Dorothea Browne nació en la calle Duke en Liverpool, el 25 de Septiembre de 1793. No se conoce el lugar exacto. Hace unos años deambulaba, “en un viaje de descubrimientos”, a través de la antigua y pintoresca calle, situada en la parte baja del pueblo, cerca del río y la aduana (oficina de impuestos en el transporte de mercancías). Muchas de las viviendas son centenarias, con venerables entradas que muestran el antiguo sentido de respeto; a cualquiera de ellas se le podría otorgar el honor de la fantasía [Aclaración de Hall: Posiblemente, sin embargo, algunos investigadores perseverantes puedan descubrir el lugar, de ahí que en la revista Gentleman, 1835 se diga que nació en la calle Duke en una casa actualmente habitada por el Sr. Molyneux’”] Su padre, de ascendencia y nacimiento Irlandés, era comerciante en esta gran capital de comercio marítimo. Su madre, la señorita Wagner, era de ascendencia italiana. La poetisa intentó durante mucho tiempo localizar la ascendencia de su sangre veneciana heredada. Se sentía en deuda con su madre, mujer buena y con talento, de la que su hija había heredado aquellas prácticas lecciones de virtud, que enseñaría poco después en sus versos inmortales. [363/364]
La señora Hemans es un retrato de Benjamin West.
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Aunque todavía era joven, su padre se retiró a una relativa soledad al Norte de Gales, lugar salvaje, romántico y pintoresco, cercano a naturaleza. Ello contribuyó a la formación de su gusto, su carácter y su pensamiento. [Aclaración de Hall: “Su primer morada fue Grwych, próximo a Abergele, una casa que tenía la reputación de estar ‘encantada’”]. Durante casi toda su vida, fue residente en esta tierra que quiso con mucha intensidad y que retenía, para ella, su encanto incluso después de que hubiera conocido Irlanda, Escocia y los lagos ingleses.
Dos años antes de que hubiera entrado en la pubertad creó un tomo de poemas. Le siguieron otras obras y pronto comenzó a tener renombre. A sus dieciocho años se casó con el capitán Alfred Hemans, del cuarto régimiento, un caballero conectado estrechamente con una de las familias más antiguas de la comunidad de Gales. Aunque no discutían el matrimonio no era uno feliz. El capitán Hemans era mucho más mayor que su mujer, y su salud se había visto resentida por sus servicios en el extranjero. Pocos años después de su boda trasladó su residencia a Italia de modo permanente. La señora Hemans siguió residiendo en Gales, criando y educando a los cinco hijos que habían tenido y trabajando para sí misma para criarlos con mayor independencia.
"Rara vez hablaba sobre este triste asunto, ni siquiera a sus amigos más cercanos. La señora Lawrence nos dice que era un tema “sagrado e inaccesible”. Sería inútil ahondar en las razones a estas alturas. Fue, sin duda, una perpetua sombra proyectada en el camino de su vida, que proporcionó el tono melancólico a todo lo que escribió. Como dice en uno de sus poemas:
No me hables más
de mi divinos dones.
Son del todo inútiles en saciar la inquietante sed de felicidad.
["Tell me no more
Of my soul's gifts! Are they not vain
To quench its haunting thirst for happiness!"]
Desde el momento en que la abandonó y durante diecisiete años, nunca volvieron a verse. Sus deberes, y quizás su disposición natural, les mantuvieron alejados, excepto una vez en que visitó Londres. Hemans amaba la soledad y disfrutaba muchísimo de la tranquilidad, lo que también convenía a su constitución delicada. Posteriormente, vivió en Bronwylfa, cerca de St. Asaph, la residencia de su hermano, el General Sir. H. Browne, uno de los lugares que perduró más tiempo en su memoria. Encontró tiempo para aprender como para escribir, comentándose que tenía estrecho conocimiento de varias lenguas modernas, además del latín, que probablemente, adquirió para instruir mejor a sus hijos.
A la izquierda: La casa de la Sra. Hemans en Bronwylfa. A la derecha: Rhyllon. Pinche en la imagen para agrandarla.
Pero Rhyllon, también cerca de San Asaph, era la residencia que más le gustaba. Durante el segundo matrimonio del General Sir Henry Browne, ella, junto a su madre, hermana e hijos, fueron a vivir allí (otra de las casas de Henry). Aquí residió durante el resto de sus días en Gales [364/365]
Vivió en Wavertree unos tres o cuatro años, un pueblo a las afueras de Liverpool. La casa está actualmente rodeada de pintorescas viviendas. Durante un tiempo vivió en Westmoreland. No muy lejos de la orilla de Windernere está “Dove’s Nest”, una encantadora casita de bonita apariencia. Aquí recibía la compañía frecuente del poeta que respetaba y adoraba: Wordsworth, quien le dio el calor de su amistad y, según ella, quizás el mejor homenaje que le diese jamás ninguno de sus contemporáneos. “Dove’s Nest”, según la señora Hemans estaba “pensada como pequeña casa de campo,” y aunque estaba en las mejores manos para ser “un hogar” con “trazos de amor”, las huellas habían sido gradualmente borradas y el jardín era salvaje, el rosal y sus rosas, cubiertas de musgo, se habían deteriorado: “Un aire abandonado sobre heredad, que no se acerca del todo a la desolación y todavía aporta un toque de interés.”…. “Quizás algún corazón como el mío con sus sentimientos y sufrimientos han buscado aquí refugio y reposo”. Y, sin embargo, “una vista gloriosa de Windermere desde la hornacina” del jardín. “Junto al riachuelo, un monte de matas dan fe del estilo de vida del guerrero… a su alrededor… respiración, áridas planicies… el riachuelo de las montañas, con su aliento alrededor.
Manuscrito de Hemans).
Las circunstancias obligaron a Felicia a volver a su residencia en Dublín. Su hermano (en ese entonces el Coronel Browne) dirigía una importante oficina por allí, como Jefe de la Guardia Metropolitana, y la capital Irlandesa ofrecía grandes tentaciones para la educación de sus hijos. Vivió allí unos cuatro años, y allí murió el 16 de Mayo de 1835. Su lecho de muerte fue el apropiado, cercano a las alturas, a lo sagrado y a una vida de provecho. Su hermana escribe: — “La oscura y silenciosa habitación parecía iluminada desde arriba por la luz, y aclamada por canciones espirituales. En sus intervalos de dolor, decía que “ninguna poesía podían expresarlo, ni la imaginación concebirlo, ni siquiera la aliviaban las visiones llenas de bendición que revoloteaban en su fantasía’”. Y así, sus últimas horas las dedicó; primero, en estar en íntima comunión con su propio corazón, y [365/377] al confort indescriptible que le proporcionaba la confianza en su Redentor; y después, en transmitir mensajes de afecto y consuelo a sus amigos…llenando una habitación que se oscurecía, en una cuidad aglomerada con pensamientos felices y alegres vistas; sin lamentos, sin murmullos; una calma sagrada, una resignación agradecida, fe ferviente, confianza infinita. Bajo la influencia de estas sensaciones, sentimientos, esperanzas mezclados, le dictó a su hermano su último poema, “Soneto del Domingo” (“Sabbath Sonnet”). Respiraba una belleza de humanidad, una amabilidad cariñosa y una devoción sagrada, que caracterizó también toda su obra.
¡Cuántos grupos benditos se encaminan a esta hora,
Por los praderas de flores inglesas, camino
del capitel y la torre, entre misteriosos olmos,
donde las dulces campanas proclaman el día sagrado!
Grises salas de días heróicos,
Alientan la ausencia de sus hijos; aldeas vacías,
Donde florece el huerto y juega el viento,
Envían a sus ocupantes en feliz afluencia,
Cuál vernal corriente. No podré acompañarles
en su camino, — atada al febril y enformo lecho
Pero, Dios mío bendito y misericordioso
Que llenas el Sabbath de paz
Mi gastado corazón, sus latidos apaciguados
Me conduce a la profunda clama y modesto agradecimiento.
["How many blessed groups this hour are wending,
Through England's primrose meadow paths, the way
Toward spire and tower, 'mid shadowy elms ascending,
Whence the sweet, chimes proclaim the hallowed day!
The halls, from old heroic ages grey,
Pour their fair children forth ; and hamlets low,
With whose thick orchard blooms the soft winds play,
Send out their inmates in a happy flow,
Like a freed vernal stream. I may not tread
With them those pathways, — to the feverish bed
Of sickness bound; yet, O my God! I bless
Thy mercy, that with Sabbath peace hath filled
My chastened heart, and all its throbbings stilled
To one deep calm of lowliest thankfulness."]
Esta es la imagen que su hermana dibuja en su lecho de muerte: — “Su sueño era tranquilo y feliz y [366/367] nada más que placenteros sueños visitaron su lecho. La serenidad y la sumisión eran la única influencia. Algunas veces su espíritu perecia medio-vaporoso, su mente llena de profundos, sagrados e incomunicables pensamientos, y suplicaba que la dejaran sola en su calma y oscuridad, para ‘estar en íntima comunión con su corazón,’ y reflexionar sobre `las misericordias del Salvador.’” La señora Lawrence escribe que “tenía frecuentes idas y venidas mentales, pero que las imágenes que construía eran las más bonitas, y sin nada horrible en ellas; además su libertad estaba llena de paz, como un bebé al dormir. Pronunció un escandaloso suspiro, y falleció”. Uno de sus últimos poemas, “Himno a la muerte de un poeta” (“The Poet's Dying Hymn”), contiene estas líneas: “¡Te bendigo con mi encantadora canción de último aliento, te bendigo, Oh Dios mio!”
La estancia en la que falleció era una habitación trasera de una casa de la calle Dawson, Dublín (una casa en una esquina de St. Stephen’s Green, pero sin vistas). Se compararía persistentemente con el panorama de Grwych, Brownwylfa, y Rhyllon, pero su corazón estaba lejos de ello, a mitad de camino del Paraíso, antes de que abandonara la Tierra. “La habitación en la que el buen hombre encuentra su destino es privilegiada, más allá del tradicional camino de una vida virtuosa (casi al borde del Paraíso!)” [367/368]
"I bless thee with my glad song's dying breath,
I bless thee, O my God!"
He visitado la casa hace pocos años, y también la iglesia de la comunidad de St. Anne, abajo en una bodega, donde reposan sus restos. Un mural recuerda su nombre, edad, el día de su muerte, y las líneas de uno de sus poemas:
Descansa sobre el pecho de tu Dios.
Espíritu justo, descansa ahora!
Incluso mientras tus pasos permanecen con nosotros
Su sello están en tu semblante.
Polvo en el angosto hogar de abajo!
Alma en su lugar de las alturas!
Nunca han visto tu mirada en la muerte
De lo contrario no tendrían miedo a morir.
[Calm on the bosom of thy God,
Fair spirit, rest thee now!
Even while with us thy footsteps trod
His seal was on thy brow.
Dust to its narrow house beneath!
Soul to its place on high!
They that have seen thy look in death
No more may fear to die.]
En el panel conmemorativo de la iglesia, gracias a los esfuerzos del Reverendo H. H. Dickinson y los donativos del público, se conserva este breve perfil sobre la poetisa
De la señora Hemans sé bastante poco. La vi una única vez en su casita de Wavertree. Estaba enferma, y mi visita fue breve, de lo más breve porque estaba bajo la promesa de repetirla, sin embargo desafortunadamente, no se me permitió puesto que empeoró. Sin embargo, me había carteado con ella con frecuencia y durante mi dirección en el New Monthly, era una escritora habitual en] la revista[368/369; entre tanto algunos de los más encantadores de sus poemas, “La Madre Hebrea”, “Muriendo” (“Passing Away”), “La canción de la trompeta” y otros, creados por ella para Amulet (del cual también yo era director). Para el New Monthly, escribió la única prosa que publicó.
Wavertree era poco acogedor y nada alegre, lo cual incluía el riesgo de deprimir más que de animar. Su casa estaba en la esquina de la fila con un pequeño jardín enfrente, y otro detrás; no obstante, las flores que ella amaba con tanto cariño, no podían crecer en aquella atmósfera tan apagada. Entre todas esas vistas y ruidos, quedaba totalmente excluida. No existía brisa que ofreciera diversión o salud para ella o las plantas.
La temprana fragilidad de su cuerpo, sin duda, afectó a su mente. No buscaba los entretenimientos comunes en las chicas jóvenes. Su placer era la soledad, en la compañía de sus libros y en el cumplimiento de sus deberes que la otra vida le había dado. Se dice que ha existido una declaración profética hecha por alguien, “Esta joven no estaba dirigida hacia la felicidad – su vitalidad había llegado y desparecido muy rápido”; y la Srta. Landon afirma que una vez le había preguntado a la Srta. Jewsbury si pensaba que la Sra. Hemans era una persona feliz. “No”, fue la respuesta, “su disfrute es la fiebre, el desaliento y es como una lámpara cuyo combustible se ha consumido a causa de la luz que ésta produce y en sus propias palabras denotaba melancolía sobre la verdad: —
Todos los coloridos intereses de la vida parecen pálidos
y se atenúan alrededor mío.
[All the vivid interests of life look pale
And dim around me.]
Suya era esa belleza que depende principalmente de la forma de expresarse. Como sus escritos que eran completamente femeninos. Sus cabellos de color caoba, que caían sobre su frente, a un lado como lujosos rizos. Sus ojos se describían como “los de una paloma”, con un carácter de escarmiento, lo cual estaba relación con su tristeza. “Descanse en paz”, así lo escribe una de sus amigas, “se fundía con la melancolía, era la expresión característica en su rostro, pero cuando sonreía, cualquier rasgo de pena desaparecía, y ella parecía ser `no menos que los ángeles´ — santuario adecuado para un alma tan pura.
Su retrato es descrito, por lo tanto, por su amiga la Sra. Lawrence: — “La Sra. Hemans poseía una altura excelente, no demasiado alta, y una complexión delgada y una figura de envidia, unas manos muy delicadas y bonitas. Tenía cabello abundante y rojizo, además los ojos azules y el colorido de su cutis era análogo”. “En su juventud había sido muy guapa, sin embargo, se marchitó rápido; incluso añade que “su lenguaje e imaginación al hablar eran cuidadosamente correctas y preciosas – difícilmente menos que en su poesía”.
“Delta” (Dr. Moir) escribía el prefacio de uno de los volúmenes de sus poemas, la describe como “de altura mediana, más bien esbelta, su rostro lleno de gran inteligencia y expresión”. “En todos sus sentimientos”, añade, “ella es intensamente y totalmente femenina”….”Sobre todas sus imágenes de humanidad se difunde la gloria y la gracia reflejadas en su pureza moral, dignidad sentimental, imagen de belleza, sublime fe religiosa y ardiente patriotismo".
Pero Moir, si la había visto alguna vez (lo cual debió hacer durante su breve visita a Edimburgo), sabía poco de ella; y quizás la señorita Williams (Ysgafell), quien escribió una memoria de ella, sabía menos. Por lo tanto, es descrita por esa escritora, sin duda, pero sin embargo, de “oídas”: — “ Su apariencia personal era infinitamente atractiva, era de altura media y de figura esbelta, su cutis era exquisitamente impecable, clara y brillante; su sedoso y lujoso cabello era de un intenso color marrón dorado, sus ojos finos radiantes de genio.
La señora Hemans conocía, de hecho, a pocas personas. Aunque sus amigos eran muchos, y tenía numerosos admiradores, sus conocidos eran ínfimos. “Toda mi vida”, escribe, “Ha girado en torno al círculo de esas salvajes montañas de Gales y no conozco a nadie”. Quizás el mejor retrato de ella es el de su amiga la Srta. Jewsbury: (“Ella es encantadora sin ser guapa, sus brillantes sedosos y marrones cabellos, de longitud inusual, fluyen a su alrededor, cuando se hacía trenzas, como un velo… Otras mujeres pueden ser más dominantes, más versátiles, más perspicaces, pero no he visto nunca una tan exquisitamente femenina…Tenía un temperamento pasivo, aunque de gustos decididos; su fuerza y su debilidad parecen afectar en sus sentimientos. Su voz era triste, dulce, su alegría era como un rayo de luz, y si en su depresión, se parecía a la noche, era una noche portadora de estrellas”).
El retrato que encabeza esta memoria está hecha por un artista americano, West, el cual lo pintó en 1828. Para este retrato que escribió unas letras, por lo tanto finalizando con: —
Todavía miras con severidad,
Y si la amistad permanece,
Que cuando mi canto y alma se hayan ido
Buscaré mi ser en ti,
Háblales de que era mejor
Volar y descansar.
[Yet look thou still serenely on,
And. if sweet friends there be,
That when my song and soul are gone
Shall seek my form in thee,
Tell them of one for whom 'twas best
To flee away and be at rest.]
La abundante infancia de su alta y santa mente (la irradiación imperecedera de su puro y generoso corazón) son propiedad del mundo. Han sido traducidas en todos los idiomas de las civilizaciones. Aquellas civilizaciones que enseñarían resignación, verdad, virtud, piedad, recurren a sus poemas como lecciones atractivas, admirables y eternas y sabían que en cada línea que escribía, estaba liberando el deber divino del poeta.
Desde la época (casi en la niñez) en que publica una colección de “poemas juveniles”, hasta casi el final de su vida, ella había enviado cuatro volúmenes, uno tras otro, cada uno más sorprendente que el anterior en dulzura y poder. Era como si su mente intelectual fuera imparable, y quizás sus últimas producciones serían consideradas como las mejores.
Puedo introducir con propiedad algunos recuerdos de tres de sus amigos a los que más unida estaba, y que han hecho justicia a su memoria — la Sra. Lawrence, su dulce hermana la Srta. Owen y Mary Jane Jewsbury – con dos de las cuales hemos tenido el privilegio de tratar personalmente.
A la izquierda: San Asaph. A la derecha La iglesia en Tremeirchion. Pinchar para agrandar la imagen.
Su hermana, la cual era nuestra gran oportunidad para conocerla, reuniéndonos con ella a menudo en la casa del hermano mayor de la Sra. Hemans, Jorge Willoughby, era una mujer de talento pocas veces, la más amable y estimable. Cuando escribía la vida de la Sra. Hemans, esta era la mujer del Reverendo, el Sr. Hughes, nombre por el cual era muy conocida. Algunos años después de su muerte, su hermana se casa con el reverendo W. Hicks Owen, M.A., Sénior Vicario de San Asaph y Vicario de Tremeirchion, Eural Dean. Con este clérigo disfruta dieciséis años de felicidad sin interrupciones, con excepción de las ocasionales visitas de su mala salud. Murió en 1858, y reposa en el tranquilo cementerio de una pequeña iglesia de Tremeirchion, entre las montañas que rodean el valle a través del cual fluye el Glwyd, donde
El río Cambrian, con suave música se desliza
a través de las bucólicas montañas, antiguos pinares, y ruinosas torres,
[Cambrian river, with slow music gliding
By pastoral hills, old woods, and ruined towers,]
junto a los bancos donde las hermanas habían pasado casi toda su tranquila vida. Todos los que la conocían, que eran muchos, fueron testigos de la inscripción, sobre una placa bajo la ventana conmemorativa de la iglesia donde descansan sus restos: —
Esta ventana fue levantada por amigos cercanos y por la gloria de Dios para recuerdo de Harriet Mary Owen que murió el 14 de Marzo de 1858. Mujer del reverendo W.H. Owen, vicario de esta parroquia, y hermana de Felicia Hemans, que puso música a muchos de sus poemas. Era una mujer de gran y profundo dote intelectual, lectura variada, buena lingüística, y talento musical. Estas excelentes cualidades se vieron combinadas con el más práctico sentido común en los asuntos diarios de la vida. Una gentil y considerada señora que `miraba muy bien por los quehaceres de su hogar.
“Ella poseía tanta disciplina en su temperamento que ninguna provocación causó impaciencia o sentimiento de inquietud. Bastante cortés, con un espíritu valiente e independiente que decididamente marcaba su aborrecimiento por todo lo que era vil y deshonroso. Durante dieciséis años cumplió infatigablemente todos sus deberes de mujer de un clérigo, constantemente ocupada en actos de caridad y afectuosa amabilidad. Incluso cuando le pesaba la extrema angustia corporal perseveraba tenazmente hasta su último aliento. En alegría y adversidad, prosperidad y pobreza, se presentaba a aquellos de su entorno en ejemplo de caridad cristiana. Fe, esperanza y caridad”. [371/372]
La Sra. Lawrence, cuyos “Recuerdos de la Sra. Hemans” he citado en esta Memoria, era una de sus más queridas amigas. Esta dama vivía en una majestuosa mansión cerca de la humilde morada de la poetisa, para que sus puertas estaban siempre abiertas. Su residencia se encontraba en Mosley Hall, cerca de Liverpool. Su mente, exquisitamente cultivada, le permitía apreciar totalmente el genio de su vecina, a la que apreciaba con un intenso afecto.
Última modificación, 26 de Marzo del 2005